En la historia reciente de la Ryder Cup, pocos duelos individuales han generado tanta expectación como el que enfrentó a Jon Rahm y Scottie Scheffler en la edición de 2023. Dos de los grandes protagonistas del golf mundial, con estilos diferentes pero igualmente competitivos, se encontraron en el cara a cara más simbólico del domingo en el Marco Simone Golf & Country Club, a las afueras de Roma.
Fue un duelo de altura, no solo por el talento que concentraba, sino por lo que representaba: liderazgo, carácter, estrategia y nervios de acero.
Un domingo de tensión y respeto
Rahm llegaba como uno de los pilares del equipo europeo. Ya había brillado en las jornadas previas con actuaciones decisivas junto a Tyrrell Hatton y Viktor Hovland, y se presentaba invicto en sus partidos hasta ese momento. Por su parte, Scheffler, aunque menos efectivo en dobles, seguía siendo el número uno del mundo y el hombre que Estados Unidos confiaba para iniciar una remontada.
El emparejamiento no tardó en generar titulares. Dos jugadores con enfoques mentales muy distintos: Rahm, impulsivo pero maduro; Scheffler, cerebral, con un juego sin grandes estridencias, pero cargado de control.
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Igualdad desde el tee del 1
El partido arrancó parejo desde el primer hoyo. Rahm abrió con fuerza, mostrándose confiado con el drive y atacando banderas desde el inicio. Scheffler, fiel a su estilo, respondió con consistencia desde el tee y precisión con los hierros. En los primeros nueve hoyos, ninguno logró despegarse en el marcador.
Hubo intercambios de birdies y recuperaciones espectaculares. En el hoyo 5, Scheffler embocó un putt clave para salvar el par y mantener la igualdad. En el 8, Rahm respondió con un approach de altísimo nivel que le dio una oportunidad clara de birdie.
A medida que avanzaba la vuelta, el ambiente se volvía más tenso. No por polémicas ni gestos, sino por la concentración total que ambos mostraban. Cada decisión se tomaba con milimétrica precisión.

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El tramo decisivo
El momento cumbre llegó en los últimos hoyos. En el par 4 del hoyo 14, Scheffler conectó una salida perfecta y se colocó en posición de birdie, mientras Rahm tenía que salvar el par desde fuera del green. Pero una recuperación brillante del español volvió a equilibrar el duelo.
En el 16, con todo en juego, Rahm ejecutó uno de los golpes del torneo: un hierro certero que dejó la bola a pocos metros del hoyo. Fue un momento que encendió al público europeo, consciente de la importancia del punto.
Scheffler, sin inmutarse, replicó con otro gran golpe en el 17. Ambos llegaron al hoyo 18 empatados, con el partido y el orgullo en juego.
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Tablas… pero con sabor a victoria compartida
El hoyo final no ofreció ventaja a ninguno de los dos. Ambos firmaron el par, y el punto se repartió. Un empate en el marcador, pero no en lo que dejó el duelo: intensidad, respeto mutuo y una lección táctica de primer nivel. Scheffler se marchó con la cabeza alta. Rahm, con su registro invicto en la Ryder, se consolidaba como el líder emocional del equipo europeo.
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Un duelo que definió una era
Este enfrentamiento no fue solo un partido más. Fue una fotografía del presente del golf mundial. Rahm y Scheffler representan una nueva generación que combina talento, disciplina y una rivalidad limpia, sin gestos vacíos ni declaraciones grandilocuentes. Su forma de competir inspira tanto a profesionales como a aficionados.
Y aunque en esta ocasión no hubo un vencedor claro, ambos se ganaron algo más valioso que un punto: el respeto incondicional del otro y la admiración del público.