El US Open 2011, disputado del 16 al 19 de junio en el Congressional Country Club (Bethesda, Maryland), será recordado como el torneo que consagró a Rory McIlroy. Con tan solo 22 años, el joven norirlandés firmó una de las actuaciones más dominantes en la historia del torneo, ganando con una ventaja de ocho golpes y un resultado final de -16, récord absoluto hasta ese momento.
El contexto: heridas abiertas y un McIlroy con cuentas pendientes
Rory McIlroy llegaba al US Open 2011 con un sabor amargo aún reciente: solo dos meses antes, en el Masters de Augusta, había sufrido una de las caídas más duras que se recuerdan en una ronda final de major. Tras liderar con cuatro golpes de ventaja al inicio del domingo, firmó un doloroso 80 que lo hundió en la clasificación y dejó en evidencia su falta de experiencia en los momentos críticos. Aquello, sin embargo, no lo rompió. Lejos de venirse abajo, McIlroy asumió el golpe como parte de su evolución y prometió volver más fuerte.
El ambiente mediático que rodeaba su figura era intenso. Muchos dudaban de su capacidad para cerrar torneos importantes. Otros lo veían como el sucesor natural de Tiger Woods. Rory llegaba con la presión de demostrar que su talento no era solo flashes de genialidad, sino la base de un campeón consolidado.
A esa tensión se sumaba la notable ausencia de Tiger Woods, fuera del torneo por lesión, lo que abría aún más el abanico de favoritos. Entre ellos, Phil Mickelson, Lee Westwood (número 2 del mundo), Luke Donald (en pleno ascenso) y Martin Kaymer, reciente ganador del PGA Championship, partían como aspirantes naturales al título. Pero Rory tenía cuentas personales pendientes con el destino, y su objetivo no era competir: era redimirse.
El escenario no podía ser más desafiante. El Congressional Country Club (Blue Course), sede del torneo en Bethesda (Maryland), había sido remodelado tras su última aparición en el US Open de 1997. El trazado presentaba un par 71 de más de 7.500 yardas, con calles generosas pero rodeadas de rough denso, greenes rápidos y lagos que entraban en juego en varios hoyos clave. El campo estaba preparado para castigar cualquier error, pero también para recompensar a quien supiera tomar la iniciativa con precisión y control emocional.
Y Rory McIlroy no solo lo supo interpretar: lo dominó como nadie antes.
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Desarrollo del torneo
Primera jornada
Desde el primer día, Rory McIlroy dejó claro que no estaba allí para especular. Con una ronda impecable de 65 golpes (-6), se colocó líder en solitario. Su swing fluía con naturalidad, sus hierros aterrizaban cerca de bandera y su confianza parecía a prueba de Augusta. Congressional, que había sido una trampa para otros grandes nombres, parecía adaptarse como un guante al juego agresivo y limpio de McIlroy. Al terminar la jornada, lideraba con tres golpes de ventaja sobre Charl Schwartzel, Y.E. Yang y Zach Johnson.
Segunda jornada
Si el jueves fue una declaración de intenciones, el viernes fue una confirmación. McIlroy firmó un 66 sin fisuras para alcanzar un total de -11 tras 36 hoyos, el mejor resultado a mitad de torneo en la historia del US Open hasta ese momento. Ni el calor, ni la presión mediática, ni los fantasmas de Augusta parecían afectarle. Su ventaja de seis golpes sobre el segundo clasificado empezó a hacer que los titulares hablasen de una posible actuación histórica.
Tercera jornada
El sábado, tradicionalmente conocido como “moving day”, fue una jornada de consolidación para Rory. Con un 68 (-3) mantuvo el pie en el acelerador sin asumir riesgos innecesarios. La ventaja creció hasta los ocho golpes, algo que solo Tiger Woods había logrado antes en este torneo. Jason Day, Lee Westwood y Robert Garrigus trataron de acercarse, pero era como perseguir una sombra. McIlroy cerró el sábado con un total de -14, en camino a romper todos los registros.
Jornada final
Domingo de US Open. La historia esperaba. McIlroy salía con una ventaja cómoda, pero la presión de cerrar un major siempre transforma a los campos más nobles en campos minados. Sin embargo, Rory no flaqueó. Firmó un sólido 69 (-2) para concluir el campeonato con -16 total (268 golpes), un nuevo récord absoluto del torneo. Con tan solo 22 años, se consagraba como campeón del US Open de forma arrolladora y sin dejar margen a la duda. Su actuación fue tan dominante que nunca dejó el liderato desde el primer día. Fue una exhibición de golf moderno, limpio y sin grietas.
La victoria en el US Open 2011 no fue casualidad. Descubre cómo entrena Rory McIlroy y qué hace para mantenerse entre los mejores del mundo:
La rutina de entrenamiento de Rory McIlroy
Clasificación final: Top 10 jugadores
Pos | Jugador | País | Total | R1 | R2 | R3 | R4 |
---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | Rory McIlroy | NIR | -16 | 65 | 66 | 68 | 69 |
2 | Jason Day | AUS | -8 | 71 | 72 | 65 | 68 |
3 | Kevin Chappell | USA | -6 | 76 | 67 | 69 | 66 |
T4 | Robert Garrigus | USA | -5 | 70 | 70 | 68 | 71 |
T4 | Lee Westwood | ENG | -5 | 75 | 68 | 65 | 71 |
T6 | YE Yang | KOR | -3 | 68 | 72 | 71 | 70 |
T6 | Sergio García | ESP | -3 | 69 | 71 | 69 | 72 |
T6 | Matt Kuchar | USA | -3 | 71 | 69 | 69 | 72 |
T9 | Charl Schwartzel | RSA | -2 | 74 | 68 | 68 | 71 |
T9 | Webb Simpson | USA | -2 | 71 | 71 | 69 | 70 |
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Estadísticas y datos históricos
Récord total del torneo
Rory McIlroy finalizó con 268 golpes (-16), el registro más bajo en la historia del US Open hasta ese momento. Rompió el récord anterior de 272 golpes que compartían Jack Nicklaus (1980), Lee Janzen (1993), Tiger Woods (2000) y Jim Furyk (2003).
Primero en alcanzar -13, -14, -15 y -16 en un US Open
Ningún jugador había llegado nunca a esas cifras en este major. McIlroy fue rompiendo barreras hoyo a hoyo, firmando una actuación que quedó grabada en los libros de historia.
Dominio desde el principio
Rory McIlroy fue líder absoluto desde el jueves hasta el domingo, algo que solo habían logrado antes leyendas como Ben Hogan, Tony Jacklin o Tiger Woods en 2000. No cedió el liderato ni un solo día.
Mayor ventaja tras 36 y 54 hoyos desde Tiger Woods (2000)
Su ventaja de 6 golpes tras la segunda jornada y 8 al final de la tercera lo colocaron en un terreno reservado para los grandes dominadores de majors. El torneo pareció decidido mucho antes del domingo.
Promedio de golpes por ronda
Sus vueltas fueron 65, 66, 68 y 69, todas por debajo de 70 — algo extremadamente raro en un US Open, que normalmente se decide con rondas en el par o por encima.
El promedio final fue de 67,0 golpes por ronda, en uno de los campos más exigentes del calendario.
Segundo campeón norirlandés consecutivo
Tras el triunfo de Graeme McDowell en 2010, Rory McIlroy consolidó la presencia del golf norirlandés en la élite. Fue también la primera vez que dos europeos ganaban el US Open de forma consecutiva desde 1920 y 1921.
Campeón más joven desde 1923
Con 22 años y 46 días, McIlroy se convirtió en el ganador más joven del US Open desde Bobby Jones, que lo había ganado con 21 años en 1923. Fue también uno de los campeones más jóvenes en toda la historia de los majors.
Audiencia global
Su victoria captó una audiencia récord en el Reino Unido e Irlanda. La prensa europea lo convirtió en portada, y su figura trascendió el golf: McIlroy se convirtió en un fenómeno deportivo internacional de la noche a la mañana.

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Análisis del campeón: el golf del futuro
La victoria de Rory McIlroy en el US Open 2011 no fue simplemente una redención personal tras su colapso en Augusta. Fue una demostración clara de cómo estaba cambiando el golf moderno. McIlroy no ganó defendiéndose del campo, como es habitual en este torneo, sino atacando sin miedo y ejecutando con una precisión clínica.
Su juego largo fue letal: promedio más de 310 yardas desde el tee, pero no se trató solo de potencia. Rory mostró una capacidad asombrosa para controlar la distancia y el efecto con sus hierros medios y cortos, lo que le permitió dejar la bola cerca de bandera una y otra vez. Su porcentaje de greenes en regulación fue el más alto del torneo (86%), una cifra inaudita en un US Open.
En el aspecto mental, McIlroy fue otro jugador respecto al que vimos en el Masters. Más sereno, más maduro, sin gestos de frustración. Mantuvo el mismo ritmo, la misma expresión y la misma determinación en cada ronda. Jugó cada hoyo como si el torneo empezara de cero, y esa mentalidad le permitió conservar la ventaja sin caer en la trampa de la ansiedad.
Su actuación fue tan redonda que muchos expertos no dudaron en compararla con la de Tiger Woods en Pebble Beach en 2000. Y aunque las condiciones no fueron idénticas, sí se pareció en una cosa: fue una lección de golf total. Rory no solo ganó, impuso un nuevo estándar para las futuras generaciones. Con solo 22 años, dejó de ser una promesa para convertirse en un referente.
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Reacciones y legado
La victoria de Rory McIlroy en el US Open 2011 desató una ola de admiración inmediata en todo el mundo del golf. Jugadores, medios y aficionados coincidieron en que lo que acababan de presenciar no era solo la consagración de un nuevo campeón, sino el nacimiento de una nueva era.
Phil Mickelson elogió públicamente la actitud de Rory, destacando su compostura y su capacidad de aprender del fracaso:
“Lo que Rory hizo después de Augusta es admirable. Muchos se habrían hundido. Él volvió con una claridad y una confianza en sí mismo que no se ven todos los días.”
Jason Day, subcampeón del torneo, también fue rotundo:
“Lo que ha hecho Rory esta semana es algo que raras veces se ve en este deporte. Ha dominado desde el primer hoyo hasta el último.” — Jason Day
Los medios lo bautizaron como el “nuevo heredero” del trono de Tiger Woods, aunque McIlroy fue más prudente. En sus declaraciones, dejó claro que su camino era único:
“Este es el principio de muchas cosas. Me prometí que algún día tendría un major. Hoy empieza todo.” — Rory McIlroy
En su país, Irlanda del Norte, el recibimiento fue apoteósico. El gobierno local organizó celebraciones, y su nombre fue portada durante días. La victoria también reforzó el impacto de una nueva generación de golfistas europeos, que en esos años comenzaba a dominar los majors y a marcar el paso en la Ryder Cup.
En términos deportivos, el triunfo de McIlroy cambió las expectativas sobre cómo debía jugarse un US Open. Ya no era suficiente con resistir: el golf moderno, valiente y ofensivo también podía triunfar si se ejecutaba con precisión.

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Una declaración de intenciones
El US Open 2011 no fue un torneo más. Fue el escenario en el que Rory McIlroy transformó la frustración en grandeza, donde dejó atrás los errores de Augusta para escribir una de las actuaciones más dominantes en la historia del golf moderno. Su victoria en Congressional no solo rompió récords; redefinió lo que significa ganar un US Open.
Frente a un campo exigente, ante rivales de primer nivel y con el peso de las dudas aún frescas, McIlroy no se defendió: atacó, dominó y controló cada aspecto de su juego. A sus 22 años, dejó claro que el golf del futuro no tenía por qué estar reñido con la elegancia, la madurez y el respeto por el deporte.
En una era en la que las comparaciones con Tiger Woods eran inevitables, Rory escribió su propio capítulo. No fue un sucesor: fue un pionero de su generación. Y en Congressional, empezó todo.