
El US Open 2016, disputado del 16 al 19 de junio en el legendario Oakmont Country Club de Pensilvania, fue una edición marcada por la controversia reglamentaria, las condiciones extremas del campo y, sobre todo, por la redención de Dustin Johnson. Tras años de frustraciones en los majors, el potente golfista estadounidense logró por fin alzar su primer gran título con una actuación firme, mentalmente sólida y técnicamente dominante. Una victoria que no solo rompió su maldición personal, sino que también dejó huella en la historia del campeonato más exigente del golf.
El escenario: Oakmont Country Club, donde los majors se forjan a fuego
Ubicado en Pensilvania, a las afueras de Pittsburgh, el Oakmont Country Club es una leyenda viva del golf. Fundado en 1903 y diseñado por Henry Fownes, es uno de los recorridos más temidos, venerados y respetados del calendario. En 2016, acogió el US Open por novena vez, más que cualquier otro campo en la historia del torneo. Su fama no es casualidad: Oakmont no hace concesiones.
Con greenes endiabladamente rápidos, bunkers profundos —incluido el temido «Church Pews» entre los hoyos 3 y 4—, rough espeso y calles estrechas, Oakmont está diseñado para castigar sin piedad cualquier error. No hay lagos intimidantes ni cambios de altura espectaculares, pero su dificultad silenciosa y constante lo ha convertido en un campo de culto entre jugadores y aficionados.
Un campo que no necesita maquillaje
Mientras muchos recorridos se preparan durante años para recibir un major, Oakmont apenas necesita ajustes. Su configuración natural ya representa el reto por excelencia del golf de precisión. En 2016, se jugó como par 70 y una longitud total de 7.219 yardas, con greenes que superaban con facilidad los 13 pies en el stimpmeter, algo prácticamente inédito en el circuito.
Historia y exigencia en cada metro
Oakmont ha sido testigo de gestas y tragedias deportivas: desde la victoria de Ben Hogan en 1953 hasta el épico triunfo de Johnny Miller en 1973 con su mítica ronda final de 63 golpes. También fue escenario del último US Open ganado por Jack Nicklaus y del duelo generacional entre Tiger Woods y Ernie Els en 2007. En cada edición, el patrón se repite: solo los jugadores más completos sobreviven.
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Favoritos y expectativas: sed de redención, presión mediática y sueños por cumplir
El US Open 2016 llegaba cargado de narrativas cruzadas. Era un torneo que prometía mucho más que golf: hablaba de venganzas personales, aspiraciones históricas y presiones latentes. La nómina de favoritos era extensa, pero cada nombre representaba un relato diferente. Desde quienes buscaban redención hasta quienes soñaban con el Grand Slam, Oakmont era el escenario perfecto para que la historia del golf escribiera otro capítulo inolvidable.
Dustin Johnson: el talento que necesitaba un final feliz
Un año después de su desgarrador final en Chambers Bay, Dustin Johnson volvía al US Open con cuentas pendientes. En 2015 había tenido el título en sus manos y lo dejó escapar en el hoyo 72 con dos putts fallados. Pero lejos de venirse abajo, el bombardero de Carolina del Sur había mantenido su nivel de juego en 2016, liderando estadísticas de golpes ganados desde el tee y promedio de distancia. Lo único que le faltaba era un major… y Oakmont parecía el lugar ideal para saldar esa deuda con el destino.
Jordan Spieth: el defensor con mirada fría
Después de su irrupción histórica en 2015, con triunfos en el Masters y el US Open, Jordan Spieth llegaba a Oakmont como el defensor del título y uno de los jugadores más completos del mundo. A sus 22 años, su temple en los greenes, su lectura táctica y su concentración bajo presión lo convertían en una amenaza real en cualquier escenario. Aunque su caída en Augusta dos meses antes —donde perdió el Masters en los últimos hoyos— le había dejado cicatrices, su madurez mental seguía siendo su principal fortaleza.

Jordan Spieth se consagró en un final de infarto mientras Dustin Johnson fallaba un putt decisivo. Revive el torneo completo en nuestro resumen en vídeo:
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Rory McIlroy: explosivo pero inconstante
Rory McIlroy era, como siempre, uno de los favoritos naturales. Su potencia, su capacidad para encadenar birdies y su historial en majors lo respaldaban, pero su año 2016 había sido de altibajos. En campos tan exigentes como Oakmont, su reto era doble: mantener la bola en juego y evitar la frustración. Si lograba mantenerse en calma y afinar con el putter, podía dominar incluso el recorrido más cruel del calendario.
Jason Day: número uno, pero con dudas
Llegaba como número uno del ranking mundial, pero Jason Day aún generaba debates entre analistas y aficionados. Su 2015 había sido brillante —incluyendo victoria en el PGA Championship—, pero en 2016 mostraba signos de fatiga. Su juego desde el tee y su putt seguían siendo de élite, pero en Oakmont la presión mental y la precisión absoluta serían claves. ¿Podría sostener su liderato mundial en uno de los escenarios más crueles?
Phil Mickelson: la persecución del Grand Slam
Y como cada año en el US Open, Phil Mickelson era foco de atención. A sus 46 años, y con seis segundos puestos en este torneo, el zurdo perseguía el único major que le faltaba. Oakmont, con sus greenes duros y calles estrechas, no parecía el campo ideal para su estilo agresivo, pero nadie descartaba su magia en el juego corto. Cada edición era quizá su última oportunidad de cerrar el círculo y entrar en el selecto club del Grand Slam de carrera.

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Otros nombres como Rickie Fowler, Henrik Stenson, Adam Scott y Bubba Watson completaban una lista de favoritos donde la calidad sobraba, pero las incógnitas eran muchas. En Oakmont, cada golpe tenía consecuencias, y solo un jugador realmente completo —física, técnica y mentalmente— podría resistir hasta el final.
Desarrollo del torneo
Primera ronda: la lluvia paraliza Oakmont y el US Open arranca con suspense
El jueves 16 de junio, el US Open 2016 comenzó con un protagonista inesperado: el clima. Las intensas tormentas eléctricas que azotaron Pensilvania forzaron tres interrupciones a lo largo del día, dejando a más de la mitad del field sin poder completar sus primeros 18 hoyos. El campo, ya temido por su dificultad, añadía un nuevo elemento: la gestión de la espera y el reinicio mental.
Entre los que sí completaron su vuelta, Andrew Landry —un nombre desconocido para muchos— dio la sorpresa inicial con una sensacional ronda de 66 golpes (-4). El estadounidense, clasificado por la vía de la previa, aprovechó el parón matutino para ajustar su estrategia y regresó con precisión quirúrgica. Su vuelta incluyó cinco birdies y un solo bogey, y fue la única del día por debajo de 67.
Dustin Johnson también inició con paso firme, firmando un sólido 67 (-3) sin errores. Su potencia desde el tee, combinada con una actitud serena, parecía perfectamente adaptada a las condiciones de Oakmont. A diferencia de otros años, su lenguaje corporal transmitía confianza… y control.
El defensor del título, Jordan Spieth, tuvo una jornada más irregular. Aunque evitó los errores graves, no logró generar birdies con regularidad y cerró su día con un 72 (+2), una tarjeta que lo dejaba por detrás, pero aún en la pelea.
Para Rory McIlroy y Rickie Fowler, el inicio fue un auténtico calvario. McIlroy no encontró el ritmo en ningún momento y acabó con 77 golpes (+7), mientras que Fowler se hundió con un 80 (+10) que prácticamente lo dejaba fuera del torneo tras solo una jornada.

El verdadero reto, sin embargo, fue mental. Las constantes pausas por lluvia desestabilizaron a muchos jugadores, obligándolos a calentar, enfriar motores y volver a concentrarse una y otra vez. Los que no lograron adaptarse a ese vaivén emocional empezaron el torneo con desventaja.
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Con parte del field aún por completar sus vueltas y el pronóstico indicando más lluvia, el viernes se presentaba como una doble jornada para muchos jugadores. El US Open 2016 arrancaba con el sello habitual de Oakmont: implacable, tenso, imprevisible… y todavía sin mostrar todas sus cartas.
Segunda ronda: Oakmont aprieta, los favoritos sufren y Johnson resiste
El viernes 17 de junio fue una jornada maratoniana. Más de 50 jugadores tuvieron que completar los hoyos restantes de la primera ronda por la mañana antes de afrontar la segunda en la tarde. Con el campo más seco y veloz tras la tormenta, Oakmont mostró su verdadero rostro: duro, rápido y despiadado. La media de golpes se disparó, y el corte se convirtió en una trampa mortal para muchos nombres ilustres.
Dustin Johnson volvió a sobresalir con otra ronda sólida de 69 golpes (-1). Su precisión desde el tee y su tranquilidad en los greenes contrastaban con la frustración visible en otros competidores. A mitad de torneo, Johnson compartía el liderato con Andrew Landry, que a pesar de su falta de experiencia, continuaba sorprendiendo al mundo del golf.
Pero no todos corrían la misma suerte. Rory McIlroy intentó una remontada heroica, pero un nuevo 71 (+1) no fue suficiente. Quedó fuera del corte con un acumulado de +8, sumando otro US Open decepcionante a su historial reciente. Rickie Fowler, en cambio, no logró reaccionar y se despidió con un total de +11.

Jordan Spieth mostró más temple en su segunda vuelta. A pesar de no encontrar su mejor versión, cerró con un 72 (+2) para situarse en el par acumulado y mantenerse con opciones. Su juego corto seguía siendo su salvavidas, pero necesitaba mejorar su precisión desde los hierros para aspirar al doblete.
Por su parte, Jason Day firmó una de las mejores tarjetas del día con 69 golpes, recuperándose de un mal arranque. El número uno del mundo aún tenía margen de reacción, y su nombre volvía a sonar entre los contendientes con opciones reales.
El corte quedó finalmente en +6, y dejó fuera a jugadores como Justin Rose, Phil Mickelson y Ernie Els. Oakmont había vuelto a dictar sentencia, y solo los más pacientes, precisos y resistentes seguían en carrera.
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Con Johnson liderando, Spieth al acecho y Day en ascenso, la clasificación dejaba abierta la puerta a un fin de semana de máxima tensión. Pero nadie olvidaba que era Oakmont… y que todo podía cambiar en cuestión de un solo golpe.
Tercera ronda: la clasificación se aprieta y Johnson sigue sin ceder
El sábado 18 de junio fue el día de mayor estabilidad meteorológica, lo que permitió ver por fin a Oakmont en todo su esplendor competitivo. El sol endureció aún más los greenes, y las posiciones de bandera exigieron precisión quirúrgica. Fue una jornada de contención más que de ataque, donde cada par ganado se celebraba como una victoria.
Dustin Johnson firmó una ronda de 71 golpes (+1) que, aunque lejos de ser brillante, fue más que suficiente para mantener el liderato compartido. Su juego desde el tee siguió siendo dominante, y aunque su putter no estuvo fino, evitó los errores graves que sí afectaron a otros candidatos.
Uno de los grandes movimientos del día vino de la mano de Shane Lowry. El irlandés firmó una espectacular tarjeta de 65 golpes (-5), la mejor del torneo hasta ese momento, que lo catapultó al primer puesto con un acumulado de -5. Su consistencia, confianza y actitud serena sorprendieron incluso a los más optimistas. Entraba en la jornada final con una ventaja de dos golpes sobre Johnson.

Andrew Landry, revelación de las dos primeras jornadas, empezó a mostrar signos de presión. Su 70 (+2) lo alejaba de la cabeza, aunque seguía en contienda. Por su parte, Jordan Spieth no logró despegarse del grupo medio: su 71 lo mantenía con opciones matemáticas, pero no reales, ante el dominio creciente de Lowry y Johnson.
Entre los que escalaron posiciones estuvo Lee Westwood, quien con un 69 volvió a poner su nombre en la conversación. También Scott Piercy y Sergio García mantuvieron vivas sus opciones con rondas consistentes.
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Con una clasificación apretada y múltiples estilos de juego en la lucha por el título, la tensión era máxima. Oakmont no había mostrado piedad, pero tampoco favoritos claros. La ronda final prometía emociones fuertes, con un líder inesperado y un perseguidor con cuentas pendientes con el destino.
Ronda final: polémica, temple y redención para Dustin Johnson
El domingo 19 de junio se vivió en Oakmont una de las jornadas más tensas y extrañas de la historia reciente del US Open. No solo por el altísimo nivel de exigencia del campo, sino por un episodio que desató una ola de críticas contra la USGA: la controvertida penalización a Dustin Johnson, anunciada a mitad de recorrido sin claridad sobre si se aplicaría.
En el hoyo 5, mientras se preparaba para ejecutar un putt, la bola de Johnson se movió ligeramente. El jugador aseguró no haber causado el movimiento y el árbitro en el campo le permitió continuar sin penalización. Pero casi una hora más tarde, la USGA informó que el caso seguía bajo revisión y que se decidiría al finalizar la vuelta. Una situación inédita que colocó a Johnson en una especie de limbo mental… y lo obligó a jugar sin saber si estaba realmente liderando el torneo.
La reacción de Johnson fue ejemplar. Mientras muchos esperaban que se desmoronara, mantuvo el control con una ronda firme de 69 golpes (-1), sellada con un birdie en el hoyo 18. Incluso contando la penalización de un golpe que se le aplicó posteriormente, su total de 276 golpes (-4) fue suficiente para ganar el torneo con tres de ventaja.
Detrás de él, Shane Lowry no logró mantener el temple. El irlandés, que arrancaba con ventaja, firmó un 76 (+6) repleto de errores en el approach y putts fallados en momentos clave. Fue víctima del escenario, de la presión… y de la dureza sin tregua de Oakmont.
Scott Piercy, Jim Furyk y Shane Lowry acabaron empatados en la segunda posición con -1. Todos ellos se quedaron a tres golpes del campeón, pero el foco era ya indiscutible: Dustin Johnson había roto su maldición, y lo había hecho en el campo más cruel del golf estadounidense… y en las circunstancias más desconcertantes.

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Johnson se convirtió así en campeón del US Open 2016, logrando el primer major de su carrera tras múltiples intentos frustrados. Su triunfo fue celebrado por jugadores, medios y aficionados como un acto de justicia deportiva. Lo había perseguido durante años… y finalmente, en el lugar más difícil, lo conquistó.
Clasificación final: Top 10 del US Open 2016
Posición | Jugador | Total | R1 | R2 | R3 | R4 | Resultado |
---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | Dustin Johnson | 276 | 67 | 69 | 71 | 69 | -4 |
T2 | Jim Furyk | 279 | 71 | 68 | 70 | 70 | -1 |
T2 | Scott Piercy | 279 | 68 | 70 | 71 | 70 | -1 |
T2 | Shane Lowry | 279 | 68 | 70 | 65 | 76 | -1 |
5 | Andrew Landry | 280 | 66 | 71 | 70 | 73 | E |
T6 | Branden Grace | 281 | 73 | 70 | 66 | 72 | +1 |
T6 | Kevin Na | 281 | 75 | 68 | 70 | 68 | +1 |
T8 | Lee Westwood | 282 | 67 | 72 | 69 | 74 | +2 |
T8 | Jason Dufner | 282 | 70 | 71 | 71 | 70 | +2 |
T8 | Daniel Summerhays | 282 | 71 | 68 | 74 | 69 | +2 |
Claves del torneo y estadísticas
- Dustin Johnson lideró el torneo en golpes ganados desde el tee y fue el único jugador del top 10 que no firmó ninguna vuelta por encima de 71.
- Shane Lowry fue el único jugador en firmar una ronda de 65 o menos durante la semana. Su vuelta del sábado fue la mejor del torneo.
- Oakmont registró una media de golpes de 73,7 en la segunda ronda, la más alta del campeonato, reflejando la dureza del campo sin lluvia.
- La penalización a Dustin Johnson generó reacciones en tiempo real de Rory McIlroy, Jordan Spieth y otros jugadores, que usaron Twitter para criticar a la USGA durante el juego.
- Andrew Landry, número 624 del ranking mundial al comenzar la semana, lideró tras la primera ronda y terminó T5 en su debut en majors.
- El corte quedó en +6, y dejó fuera a figuras como McIlroy, Fowler, Mickelson, Rose y Els.
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Análisis del campeón: Dustin Johnson
Durante años, Dustin Johnson fue visto como el jugador más talentoso que aún no había ganado un major. Su pegada descomunal, su swing fluido y su aplomo en los grandes escenarios lo habían llevado varias veces a estar cerca… pero siempre había algo que se interponía: un putt fallado, una regla mal entendida, una mala decisión en el momento crítico. Hasta Oakmont 2016.
Su triunfo en el US Open no fue producto de una explosión de birdies, sino de una madurez táctica inédita en su carrera. Supo cuándo atacar y cuándo asegurar. Mantuvo la bola en juego, evitó los errores mentales y, lo más importante, nunca perdió la calma, ni siquiera cuando la USGA sembró incertidumbre sobre su penalización durante la ronda final.
Ese temple —antes ausente en su historial— fue lo que marcó la diferencia. Su lenguaje corporal, su respiración controlada, su diálogo constante con el caddie. Cada golpe parecía premeditado, cada decisión tenía un propósito. Era un Johnson diferente… uno que ya no necesitaba demostrar nada.
Con esta victoria, Dustin Johnson rompió su techo mental y se consagró por fin entre los campeones de majors. Su nombre se unía al de leyendas como Hogan, Nicklaus o Miller, que también conquistaron Oakmont. Pero más allá del trofeo, lo que realmente ganó fue el respeto unánime del mundo del golf.

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Legado del US Open 2016
El US Open 2016 será recordado como el torneo donde Dustin Johnson se liberó de sus fantasmas, donde Oakmont volvió a confirmar su estatus como uno de los campos más exigentes del mundo… y donde la USGA vivió uno de sus momentos más controvertidos en décadas.
La victoria de Johnson trascendió lo deportivo. Fue una historia de redención personal, de resiliencia mental y de evolución competitiva. Ganó en el lugar más implacable, en las condiciones más tensas y bajo la presión añadida de una decisión administrativa en pleno juego. Su temple y control enviaron un mensaje claro: ya no era solo potencia, era consistencia y madurez.
Por su parte, Oakmont Country Club reafirmó su reputación como la prueba definitiva del golf estadounidense. Los errores fueron castigados sin piedad, los aciertos bien ganados, y el campeón tuvo que demostrar todas las facetas del juego: distancia, estrategia, nervios de acero y resistencia emocional.
Y si algo dejó este US Open fue una lección para las instituciones: las decisiones deben ser claras, justas y oportunas. La polémica en torno a la penalización a Johnson motivó una oleada de críticas, forzó a la USGA a revisar sus protocolos y generó un debate sobre la comunicación arbitral en tiempo real.
En resumen, el US Open 2016 fue mucho más que un campeonato. Fue una prueba de carácter. Y en esa prueba, Dustin Johnson pasó con nota… y escribió su propio capítulo en la historia del golf.
Justin Rose se consagró con una ronda final magistral y un cierre emocional. Revive aquel histórico major en nuestro resumen en vídeo:
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